El Golden Visa está previsto en la Ley de Extranjería y está dirigido a todos aquellos ciudadanos extranjeros que desean invertir en Portugal para obtener, a través de este medio, autorización de residencia y, posteriormente, la nacionalidad portuguesa.
El requisito principal y distintivo para obtener un Golden Visa es demostrar la realización de una inversión entre las previstas en la Ley, que incluyen:
- Creación de al menos 10 puestos de trabajo.
- Inversión en actividades de investigación realizadas por instituciones públicas o privadas de investigación científica, de un valor igual o superior a 500.000 euros.
- Inversión o apoyo a la producción artística por un valor igual o superior a 250.000 euros.
- Inversión igual o superior a 500.000 euros en unidades de participación de organismos de inversión colectiva no inmobiliarios (fondos de inversión) constituidos bajo la legislación portuguesa, con una madurez de al menos cinco años y donde al menos el 60% del valor de las inversiones se concrete en sociedades comerciales establecidas en territorio nacional.
- Transferencia de capitales por un monto igual o superior a 500.000 euros destinados a la creación de una sociedad comercial con sede en territorio nacional, combinada con la creación o mantenimiento de empleos permanentes.
Golden Visa – ¿y luego qué?
Una vez otorgada la Tarjeta de Residencia, el inversor está sujeto al cumplimiento de requisitos cuantitativos y temporales. Esto significa que el solicitante está obligado a mantener la inversión durante un período mínimo de cinco años, además de cumplir con períodos mínimos de estancia en territorio nacional que equivalen a una media de 7 días por año.
La obtención del Golden Visa no solo dispensa la residencia efectiva en Portugal, a diferencia de todas las demás modalidades de autorización de residencia, sino que también es uno de los medios para acceder a la ciudadanía portuguesa.
La ciudadanía portuguesa puede solicitarse 5 años después de la presentación de la solicitud de atribución del Golden Visa, lo cual se traduce en una ventaja incalculable, especialmente para inversores extranjeros cuyos pasaportes tienen limitaciones significativas en cuanto a la circulación y entrada en otros países.
Además, el inversor se convierte no solo en ciudadano portugués, sino también en ciudadano europeo, lo cual es una ventaja significativa no solo en términos de facilidad de circulación, sino también en el establecimiento de negocios y movimiento de mercancías en el Espacio Schengen.
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